La Ciencia del Blob
Introducción
El moho de limo llamado physarum polycephalum ha despertado en las últimas décadas el interés de los científicos de todo el mundo por su sorprendente inteligencia.
El blob no es ni un animal, ni una planta, ni un hongo. Sin embargo, ha habitado la Tierra durante casi mil millones de años. Es uno de los seres vivos más antiguos y también más simples de nuestro planeta.
Se le considera un tipo de mixomiceto (grupo de ameboides que forman unas 1200 especies conocidas hasta el momento). Se trata de un organismo unicelular que contiene muchos núcleos. Se extiende por el suelo generando una serie de tentáculos o cabezas, que se desplazan a una velocidad media de un centímetro por hora, pero cuando tiene hambre se puede desplazar recorriendo hasta 4 centímetros por hora. Está compuesto por una única célula que dobla su volumen cada día y que puede llegar a medir varios metros de diámetro.
El blob se puede encontrar en la naturaleza en zonas húmedas con sombra y con una temperatura fresca. Suele alimentarse de materia orgánica en descomposición, como hojas y troncos de árboles en los que han crecido microbios, bacterias y hongos.
En su fase vegetativa, el blob es un plasmodio. Su cuerpo es un protoplasma que tiene varios núcleos en su interior y se va desplazando por el suelo buscando alimento. Cuando las condiciones de humedad o temperatura se vuelven adversas, el blob se deshidrata y entra en una fase latente, llamada “esclerocio”. En ella, el tejido se endurece conservando muchos núcleos celulares y se puede quedar en este estado durante largos periodos de tiempo. Cuando las condiciones ambientales vuelven a ser apropiadas, el blob reanuda su actividad y sigue con su búsqueda de alimento.
Por otro lado, cuando falta alimento, el blob comienza su fase reproductiva. Tiene unos 720 sexos diferentes. La reproducción comienza cuando el plasmodio forma unos tallos que generan esporas. Estas esporas se liberan en espacios abiertos para facilitar su propagación con el viento.
Las esporas que se han dispersado pueden estar latentes durante años, pero cuando encuentran unas condiciones favorables para su crecimiento, germinan y liberan unas células ameboides que se fusionan entre sí para formar un nuevo plasmodio.
¿Por qué es el blob interesante para la ciencia?
Pese a su aparente simplicidad, el blob tiene una serie de cualidades sorprendentes que intrigan a los investigadores.
Entre otras cosas, el blob se ha estudiado para entender mejor el movimiento celular. El plasmodio se mueve generando un flujo de protoplasma. En cada ida y vuelta de este flujo se tarda unos dos minutos aproximadamente.
Este organismo unicelular es capaz de aprender, aunque no tiene sistema nervioso. Durante varios experimentos, se expuso al blob a sustancias amargas, como la cafeína y la quinina, y se vio que, al cabo de unos días, el blob ignoraba esta sustancia amarga inocua. Es decir, se había habituado a ella.
En otros experimentos, también se vio que era capaz de superar laberintos, evitar trampas y realizar recorridos que maximizaran la obtención de nutrientes. Incluso era capaz de establecer conexiones entre unas fuentes de alimento y otras cuando cada una de ellas tenía diferentes nutrientes necesarios para su subsistencia.
También se vio que, siguiendo la pista de granos de avena, era capaz de reproducir con éxito el recorrido de la red de metro del área metropolitana de Tokio optimizando las distancias recorridas, como habían hecho previamente los ingenieros que habían construido esta red.
Por lo tanto, aunque este ameboide carece de sistema nervioso, es capaz de solucionar problemas complejos y de desarrollar estrategias para optimizar su movilidad.
También es capaz de generar una memoria externa, liberando un tipo de moco por donde ha pasado que para él es repulsivo. Por eso, cuando está explorando, evita pasar por las zonas donde ha liberado ese moco (y no ha encontrado comida) y explora zonas nuevas.
¿Es el blob un organismo inteligente?
Hasta el siglo XX, la noción de inteligencia se había reservado para el ser humano. Se consideraba que nuestra especie era la única capaz de resolver problemas complejos y de reflexionar sobre nuestras propias acciones.
Sin embargo, durante el siglo pasado los científicos empezaron a reconocer la capacidad de otros animales para resolver problemas, diseñar estrategias, recordar eventos a largo plazo o tomar decisiones. Aun así, los científicos tienden a utilizar la palabra “inteligencia” únicamente al referirse a seres vivos complejos con sistema nervioso y cerebro. Pero el estudio del comportamiento de seres vivos sencillos está haciendo cuestionar este concepto.
Cada vez va cobrando más fuerza la idea de que puede haber inteligencia en seres que carecen de cerebro. Para saber si otros organismos más simples son inteligentes, primero es necesario considerar qué se entiende por “inteligencia”. Si se usa este término para referirse a la resolución de problemas para maximizar las posibilidades de supervivencia en el mundo natural (a menudo hostil), prácticamente todos los seres vivos estarán dotados de ella.
El blob es el primer ser vivo unicelular en el que se ha encontrado la capacidad de aprender mediante habituación, pero ¿es capaz de transmitir, es decir, de comunicar este aprendizaje a otro blob?
Cuando un blob entra en contacto con otro es capaz de transmitir su habituación previa. Esta es una prueba más de su capacidad de comportamiento inteligente. El único contacto entre un blob y otro es mediante el establecimiento de unos vasos comunicantes en los que se transfiere líquido intracelular, por lo que parece que esta inyección de líquido o protoplasma es suficiente para transmitir el conocimiento adquirido.
Por lo tanto, cada blob no solo tiene la capacidad de generar sus propios conocimientos basados en la experiencia, sino que además es capaz de transmitir estos conocimientos a los otros blobs con los que se encuentra.
Todos estos descubrimientos han hecho plantearse a científicos de todo el mundo la posibilidad de que exista una cognición más avanzada de lo que se creía en todos los seres vivos del planeta.
Bibliografía
Mitsch, J. (Director). (2020). Le Blob. Un génie sans Cerveau. [Motion Picture].